Tras la resaca de la Eurocopa y el cúmulo de apuntes indescifrables que campan por mi mesa he decidido escribir sobre lo que ya se ha hablado largo y tendido durante todo el día: la victoria de España. Lo primero que se me viene a la mente es la nostalgia de no haberlo celebrado en la fuente de los delfines de Burgos, justo el día mayor de las fiestas. A cambio toreamos algunos vehículos en la céntrica Piazza Minerva de Pavía y después nos fuimos en busca de una fuente donde rematar la celebración. A ciencia cierta que lo conseguimos...
Del aspecto deportivo sí me gustaría destacar que España ha sido la mejor selección del campeonato y sólo Holanda podemos decir que ha desarrollado un juego comparable al español, con la salvedad de que "la Roja" ha sabido comportarse como una grande cuando ha afrontado los partidos decisivos. Para la posteridad quedan la seriedad defensiva y el genio bajo palos ante Italia, la soberbia segunda parte ante la selección revelación (Rusia) y el continuo buen hacer en la final, sin que la presión nos pudiera.
España ha ganado como nos gusta, tocándola y jugando, aun sin llegar a niveles espectaculares, aunque sí sobradamente aceptables, sobre todo si tenemos en cuenta que sólo disponen de un mes para conjuntarse. Desmontadas quedan las excusas que hemos argumentado durante décadas, tales como que el problema residía en la gran cantidad de jugadores extranjeros en nuestra liga o que España siempre tendría complejo de inferioridad. Con estos jugadores creernos inferiores habría sido una verdadera estupidez. Sólo hace falta ver cómo en Europa se asombran al ver a jugadores de la talla de Cesc o Xabi Alonso en el banquillo.

Eso sí, de ahora en adelante a la Selección se le exigirá todo. El éxito ya no consistirá en superar la ronda de cuartos. Las fantásticas generaciones sub-20, sub-18... han crecido y nos han hecho grandes y algunos de aquellos campeones del mundo sub-20 han destacado con luz propia en este campeonato, como Casillas, Marchena o Xavi. Éste último recién proclamado mejor jugador del torneo, como justo reconocimiento a su impecable trayectoria. Le tildaron de sucesor de Guardiola y, para mí, lo ha superado. Ahora lidiará con su mentor en Can Barça.
Pero, sinceramente, creí que el MVP se lo darían a la revelación del torneo, al crack "foráneo" de la Roja: Marcos Senna. El destructor que buscábamos lo hemos encontrado, y no sólo destruye juego, sino que saca el balón perfectamente jugado y su golpeo de larga distancia es también admirable. Es más, esta Eurocopa tan volcada con el "No al racismo" pensé que daría un último golpe de efecto con su nombramiento como el mejor jugador, algo que nadie se habría atrevido a discutir. Tanto es así que nuestro brasileño nacionalizado español ha levantado numerosas envidias por todo el continente.
Y éste es también el momento en que me acuerdo de la gran ausencia: Raúl. Resulta que en el primer éxito nacional desde los JJOO de Barcelona no participa el que ha sido el mejor jugador español de los últimos tiempos. Alma de la selección, gran capitán y crack mundial que lo ha ganado todo y que tendrá que convivir con esta espinita clavada por decisión de Aragonés. Porque digo yo que no habría molestado lo más mínimo en lugar de Sergio García, por ejemplo, y habida cuenta de que ha firmado su mejor temporada desde hace años. Aun así el nuevo capitán, San Iker, no desmerece en nada ese título. Es más, lo engrandece como sólo él sabe. Dentro y fuera del campo y, por supuesto, bajo palos, donde es el Rey.