Madrid, patas arriba
Las entrañas de Madrid están al aire libre día tras día, a la vista de cualquier peatón o turista que de esta forma podrá contemplar lo más feo de esta bulliciosa y castiza ciudad. Algo similar ocurre a nivel político, donde compañeros de partido se zurran, yendo y viniendo los golpes desde el Ayuntamiento a la Comunidad y viceversa. Una vez más se reabren las heridas.
Aguirre y Gallardón son dos estupendos políticos y ambos son uno de los principales activos del Partido Popular. Sin embargo, cada uno representa una vertiente diferente con cabida en el mismo partido. El orgullo de ambos y sus ansias por abandonar la política local o regional en busca de un liderazgo nacional les ha sumido en una absurda lucha de poder que no dudan en escenificar tan pronto como tienen posibilidad. Y Caja Madrid les parece un buen pretexto.
Lo último han sido las declaraciones del hombre de confianza de Gallardón, a la sazón vicealcalde de Madrid, que acusa a Esperanza Aguirre sin cortarse un pelo. Nuevamente se vale del periódico de PRISA para comunicar su enfado, algo ya habitual y casi preceptivo del alcalde madrileño y su séquito. Las razones que aduce Cobo son vanas, rallando lo estúpido, con el único objetivo de dañar a Esperanza Aguirre y tensar, más aún, la situación de Caja Madrid.
Rápidamente se ha pedido la intervención del partido a través del Comité de Derechos y Garantías para tratar de solucionar el problema y evitar que la sangre llegue al río en un momento bastante delicado para el PP y su líder. Quizás esto haya sido tenido en cuenta por el vicealcalde, probablemente resentido al haber rivalizado con Aguirre por la presidencia del PP madrileño. Por mucho que Génova se moje, que no lo hará, nada tiene pinta de cambiar mientras ambos barones -o barón y baronesa- se mantenga en sus puestos, con los medios de comunicación dispuestos a publicar el más mínimo roce.
Ahora bien, empieza a cansar el exagerado uso que Gallardón hace de los medios, siendo casi siempre medios afines al PSOE donde el PP tiene muy poco que rasgar. Otro ejemplo más de lo mal político de partido que es Gallardón, que lleva lustros pensando única y exclusivamente en sí mismo. Podía haber sido un político realmente brillante, pero cada día me decepciona más.
Aguirre y Gallardón son dos estupendos políticos y ambos son uno de los principales activos del Partido Popular. Sin embargo, cada uno representa una vertiente diferente con cabida en el mismo partido. El orgullo de ambos y sus ansias por abandonar la política local o regional en busca de un liderazgo nacional les ha sumido en una absurda lucha de poder que no dudan en escenificar tan pronto como tienen posibilidad. Y Caja Madrid les parece un buen pretexto.
Lo último han sido las declaraciones del hombre de confianza de Gallardón, a la sazón vicealcalde de Madrid, que acusa a Esperanza Aguirre sin cortarse un pelo. Nuevamente se vale del periódico de PRISA para comunicar su enfado, algo ya habitual y casi preceptivo del alcalde madrileño y su séquito. Las razones que aduce Cobo son vanas, rallando lo estúpido, con el único objetivo de dañar a Esperanza Aguirre y tensar, más aún, la situación de Caja Madrid.
Rápidamente se ha pedido la intervención del partido a través del Comité de Derechos y Garantías para tratar de solucionar el problema y evitar que la sangre llegue al río en un momento bastante delicado para el PP y su líder. Quizás esto haya sido tenido en cuenta por el vicealcalde, probablemente resentido al haber rivalizado con Aguirre por la presidencia del PP madrileño. Por mucho que Génova se moje, que no lo hará, nada tiene pinta de cambiar mientras ambos barones -o barón y baronesa- se mantenga en sus puestos, con los medios de comunicación dispuestos a publicar el más mínimo roce.
Ahora bien, empieza a cansar el exagerado uso que Gallardón hace de los medios, siendo casi siempre medios afines al PSOE donde el PP tiene muy poco que rasgar. Otro ejemplo más de lo mal político de partido que es Gallardón, que lleva lustros pensando única y exclusivamente en sí mismo. Podía haber sido un político realmente brillante, pero cada día me decepciona más.