Mayor Oreja: ¿vidente u osado?
Ya estamos acostumbrados a que José María Aznar se descuelgue de cuando en cuando con alguna afirmación que deja boquiabiertos a propios y extraños, dañando su imagen y la del partido que dirigió con tanto tino. Sin embargo, Jaime Mayor Oreja, uno de sus ministros de postín, es mucho más prudente y, hasta me atrevería a decir, sensato. Es por eso que cuando Mayor Oreja se lanza a afirmar cosas ante los medios hay que tenerlo muy en cuenta.
Sus declaraciones de hace unos días, sobre una nueva negociación de tregua entre ETA y el Gobierno del PSOE, siguen siendo muy comentadas. Hasta Zapatero ha salido a la palestra acusando de falsas tales afirmaciones y responsabilizando de ello a Rajoy. Ya se sabe, tal y como están las cosas para el inquilino de la Moncloa, todo lo que sea arañar un par de votos merece un esfuerzo. El caso es que si Mayor Oreja ha dicho esto, por algo habrá sido.
Sus declaraciones podrían no ser tan descabelladas si atendemos a la historia reciente. Siempre que ETA se ha encontrado al borde del abismo, acorralada por todos sus frentes, han recurrido a la negociación de una tregua engañosa a la que el Gobierno, sistemáticamente, ha accedido. Ahora que ETA se ha inmolado en Francia llevándose por delante a un gendarme, no sería de extrañar que recurriera a la treta de siempre. El hecho de que gobierne el PSOE, siempre tan proclive a la negociación, la tolerancia y el diálogo dan más cuerpo a esta teoría.
No obstante todo puede ser fruto de un error en las informaciones recibidas por Mayor Oreja, aunque gracias a su experiencia en el Ministerio de Interior y a su incansable lucha contra el terrorismo de su tierra, seguro que sabe discernir entre informaciones veraces y falsas. Pero si, por lo que sea, ha errado, esto le costará la credibilidad que durante tantos años se ha labrado, así como minará un poco a Rajoy y al PP del País Vasco. Sobre todo en Euskadi se resentirían más. Ahora bien, si el ex-ministro ha acertado, el Gobierno no podrá afirmarlo jamás y el miedo a que la otra parte de la negociación -el entorno etarra- lo filtre, supondrá el cese del diálogo. De tal modo que Mayor Oreja habría logrado, con esas declaraciones, detener otro engaño a las víctimas y a la democracia. En tal caso, todo quedaría en una merma de credibilidad pública al servicio de la libertad.
Sus declaraciones de hace unos días, sobre una nueva negociación de tregua entre ETA y el Gobierno del PSOE, siguen siendo muy comentadas. Hasta Zapatero ha salido a la palestra acusando de falsas tales afirmaciones y responsabilizando de ello a Rajoy. Ya se sabe, tal y como están las cosas para el inquilino de la Moncloa, todo lo que sea arañar un par de votos merece un esfuerzo. El caso es que si Mayor Oreja ha dicho esto, por algo habrá sido.
Sus declaraciones podrían no ser tan descabelladas si atendemos a la historia reciente. Siempre que ETA se ha encontrado al borde del abismo, acorralada por todos sus frentes, han recurrido a la negociación de una tregua engañosa a la que el Gobierno, sistemáticamente, ha accedido. Ahora que ETA se ha inmolado en Francia llevándose por delante a un gendarme, no sería de extrañar que recurriera a la treta de siempre. El hecho de que gobierne el PSOE, siempre tan proclive a la negociación, la tolerancia y el diálogo dan más cuerpo a esta teoría.
No obstante todo puede ser fruto de un error en las informaciones recibidas por Mayor Oreja, aunque gracias a su experiencia en el Ministerio de Interior y a su incansable lucha contra el terrorismo de su tierra, seguro que sabe discernir entre informaciones veraces y falsas. Pero si, por lo que sea, ha errado, esto le costará la credibilidad que durante tantos años se ha labrado, así como minará un poco a Rajoy y al PP del País Vasco. Sobre todo en Euskadi se resentirían más. Ahora bien, si el ex-ministro ha acertado, el Gobierno no podrá afirmarlo jamás y el miedo a que la otra parte de la negociación -el entorno etarra- lo filtre, supondrá el cese del diálogo. De tal modo que Mayor Oreja habría logrado, con esas declaraciones, detener otro engaño a las víctimas y a la democracia. En tal caso, todo quedaría en una merma de credibilidad pública al servicio de la libertad.