Aterrizaje forzoso de LagunAir
Cayó el sueño de la aviación civil en Castilla y León. El mismo estaba representado por los aviones blancos, azules y verdes de la compañía leonesa LagunAir. Se trataba de una de las pocas aerolíneas con carácter regional y volaba desde los 4 aeropuertos de la región a diferentes destinos turísticos, principalmente. ¿Pero qué se esconde tras esta suspensión temporal de actividad?
Primero hay que aclarar que la denominación de temporal no es más que un eufemismo y su actividad será absorbida en buena parte por la división de vuelos regionales de Iberia, Air Nostrum. La empresa leonesa ya había dado señales de peligro hace alrededor de un mes, cuando decidió cancelar todos sus vuelos a Málaga, así como abandonar su actividad en el recién inaugurado aeropuerto de Burgos. No obstante, los directivos de la aerolínea no dudaron en acusar a la Junta sobre promesas incumplidas, a lo que Herrera en persona respondió contundentemente, pues no en vano 7 millones del Gobierno de CyL han ido a parar a LagunAir, bajo la forma de patrocinio.
Pero más terrible es no saber qué se ha hecho con los 17 millones (10 del consorcio Aeropuerto de León y 7 de la Junta) que LagunAir ha recibido en cuestión de ayudas. El rescate no parece sencillo y, quizás, tampoco muy necesario, a pesar de haber perdido a una de las empresas que en el futuro podría haber sido una de las señas de identidad de la Comunidad Autónoma. Pero resulta que detrás de esta compañía dedicada a la aviación civil se encuentran una serie de empresarios del ladrillo, hoy venidos a menos por culpa del castañazo inmobiliario, que ya no encontraban viable esta aventura, ejemplificando cómo la construcción servía de motor económico a este país.
Ese pequeño holding fundó en su momento numerosas sociedades, todas ellas de pequeño calado entre la sociedad, con lo que no les fue difícil desprenderse de ellas y disolverlas. Sin embargo el tema de LagunAir era mucho más complejo, no sólo por su buena aceptación en el tejido empresarial de la región sino también por el dinero público que se había invertido en ella. Finalmente parece que esta aventura ha llegado a su fin, dejando tocados, al menos un poco, a los 4 aeropuertos de Castilla y León.
Primero hay que aclarar que la denominación de temporal no es más que un eufemismo y su actividad será absorbida en buena parte por la división de vuelos regionales de Iberia, Air Nostrum. La empresa leonesa ya había dado señales de peligro hace alrededor de un mes, cuando decidió cancelar todos sus vuelos a Málaga, así como abandonar su actividad en el recién inaugurado aeropuerto de Burgos. No obstante, los directivos de la aerolínea no dudaron en acusar a la Junta sobre promesas incumplidas, a lo que Herrera en persona respondió contundentemente, pues no en vano 7 millones del Gobierno de CyL han ido a parar a LagunAir, bajo la forma de patrocinio.
Pero más terrible es no saber qué se ha hecho con los 17 millones (10 del consorcio Aeropuerto de León y 7 de la Junta) que LagunAir ha recibido en cuestión de ayudas. El rescate no parece sencillo y, quizás, tampoco muy necesario, a pesar de haber perdido a una de las empresas que en el futuro podría haber sido una de las señas de identidad de la Comunidad Autónoma. Pero resulta que detrás de esta compañía dedicada a la aviación civil se encuentran una serie de empresarios del ladrillo, hoy venidos a menos por culpa del castañazo inmobiliario, que ya no encontraban viable esta aventura, ejemplificando cómo la construcción servía de motor económico a este país.
Ese pequeño holding fundó en su momento numerosas sociedades, todas ellas de pequeño calado entre la sociedad, con lo que no les fue difícil desprenderse de ellas y disolverlas. Sin embargo el tema de LagunAir era mucho más complejo, no sólo por su buena aceptación en el tejido empresarial de la región sino también por el dinero público que se había invertido en ella. Finalmente parece que esta aventura ha llegado a su fin, dejando tocados, al menos un poco, a los 4 aeropuertos de Castilla y León.
Feliz Día de la Hispanidad.
Un abrazo, Martha
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