El mejor western pasó por Burgos
Un regalo para los mitómanos. Para los que idolatran al excepcional director Sergio Leone, al siempre duro y correcto actor Clint Eastwood, al sublime compositor Ennio Morricone o al spaghetti western de calidad, he aquí un documental de 11 minutos en el que se contraponen escenas de la obra cumbre del western El bueno, el feo y el malo con el estado de esas ubicaciones en la actualidad.
Llama la atención el verdor actual de las tierras burgalesas donde se rodaron escenas míticas del segundo film de "la trilogía del dólar". A día de hoy todavía circulan muchas historias y anécdotas del rodaje a su paso por las inmediaciones de la Sierra de la Demanda y Santo Domingo de Silos. Entre otras, la necesidad de construir una presa temporal para que el modesto caudal del río Arlanza se asemajara al del río Grande, o que la voladura del puente sobre el Arlanza hubo que repetirla debido a que las cámaras no estaban grabando, lo que obligó a que un regimiento del extinto cuartel de San Marcial de Burgos lo reconstruyera en apenas unos días.
Hace 2 veranos, con motivo del 50 aniversario del rodaje, tuve la oportunidad de conocer uno de estos parajes. En concreto se trata del escenario que cierra la película (y el documental), el cementerio de Sad Hill, donde se ven perfectamente los montívulos que un día fueron tumbas improvisadas. Eso sí, recubiertas de un potente verde. Por desgracia, en el documental no termina de apreciarse bien. Para los que quieran encontrarlo deberán buscarlo por un camino forestal que une Contreras y Santo Domingo de Silos.
Asistir a la proyección del film en tal lugar no tiene precio para los fans de Leone, Eastwood y Morricone. Soy uno de ellos y, por suerte, puedo contar tal experiencia.
Llama la atención el verdor actual de las tierras burgalesas donde se rodaron escenas míticas del segundo film de "la trilogía del dólar". A día de hoy todavía circulan muchas historias y anécdotas del rodaje a su paso por las inmediaciones de la Sierra de la Demanda y Santo Domingo de Silos. Entre otras, la necesidad de construir una presa temporal para que el modesto caudal del río Arlanza se asemajara al del río Grande, o que la voladura del puente sobre el Arlanza hubo que repetirla debido a que las cámaras no estaban grabando, lo que obligó a que un regimiento del extinto cuartel de San Marcial de Burgos lo reconstruyera en apenas unos días.
Hace 2 veranos, con motivo del 50 aniversario del rodaje, tuve la oportunidad de conocer uno de estos parajes. En concreto se trata del escenario que cierra la película (y el documental), el cementerio de Sad Hill, donde se ven perfectamente los montívulos que un día fueron tumbas improvisadas. Eso sí, recubiertas de un potente verde. Por desgracia, en el documental no termina de apreciarse bien. Para los que quieran encontrarlo deberán buscarlo por un camino forestal que une Contreras y Santo Domingo de Silos.
Asistir a la proyección del film en tal lugar no tiene precio para los fans de Leone, Eastwood y Morricone. Soy uno de ellos y, por suerte, puedo contar tal experiencia.
Qué curioso: todo tiende a desertizarse y en esta zona es al revés, qué bonito.
Da un poco de pena pensar que gracias a Zapatero, España ha vuelto a ser eso, un país que si quiere ganar un dinerillo ha de ser como escenario de pelis extranjeras, sirviendo gambas a los alemanes de Baleares o recibiendo fiestas bestias de ingleses borrachos. En su próximo Plan E+n, Zapatero podría incluir una subvención para los parajes que sirvan de escenario a pelis USA, y así reactivar la economía de Comunidades a las que deja sin centrales nucleares.
Si no hay dinero y sus gestores son pésimos es lo que toca. Hacer de España el gran estudio de Hollywood. Ya lo fue, cuando estábamos a la cola de Europa. Ahora ese sitio pertenece a la República Checa, Marruecos, Túnez, Malta, México...
En cuanto a lo verde que está esa zona burgalesa hay que tener en cuenta que han pasado 50 años desde el rodaje y que está en el límite de la España húmeda. De hecho es algo que asombra al estar ahí. Mirar al monte de enfrente y no poder imaginártelo sin vegetación.
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