Benditos bastardos
Tan tarantiniana como suponía, pero incluso más tarantiniana que ninguna otra. El enfant terrible de Hollywood riza el rizo y nos regala puro cine, pura poesía visual, adecentada al más puro estilo spaghetti western. Algún día acabará rindiendo tributo al género que hizo famoso el desierto de Almería, pero hasta entonces nos quedamos con éste en clave de guerra y con temas de Ennio Morricone.
Los bastardos son lo de menos en la película, aunque bien vendría que aperecieran algo más en pantalla. Veinte minutos para ellos son escasos, pero cuesta valorar el film como un todo cuando está estructurado en capítulos tan herméticos, suponiendo cada uno de ellos una propia película en sí misma, con su inicio, desarrollo y conocido desenlace. Siempre forzando la situación, tensando la espera, pausando el ritmo. Demasiado quizás, aunque sea en pro del cine.
Tarantino regresa con este cuidadísimo trabajo que deja un regusto a obra maestra una vez que comienzas a analizar los detalles: los decorados, los inmejorables planos, los extraordinarios diálogos... y ese gran Christopher Waltz, en el papel de Hans Landa "el Cazajudíos", que se come la pantalla a bocados. El de Tennessee se vuelve a enroscar en torno a su figura y su cine, reiventando el cine de guerra, asimilándolo a una banda tipo Reservoir Dogs con el objetivo de cortar cabelleras nazis.
Los elementos, ya clásicos, de su cine no faltan. De hecho, abundan más que en otras. Tono sosegado, gags que hacen soltar unas carcajadas, planos fetichistas a más no poder, imágenes que rebosan sangre por los cuatro costados y una banda sonora tan cuidada que merece la pena conseguirla. Malditos bastardos es puro Tarantino, y lo mejor que se ha rodado este año. Sólo le sobra un poco de metraje y una escena del Führer.
Los bastardos son lo de menos en la película, aunque bien vendría que aperecieran algo más en pantalla. Veinte minutos para ellos son escasos, pero cuesta valorar el film como un todo cuando está estructurado en capítulos tan herméticos, suponiendo cada uno de ellos una propia película en sí misma, con su inicio, desarrollo y conocido desenlace. Siempre forzando la situación, tensando la espera, pausando el ritmo. Demasiado quizás, aunque sea en pro del cine.
Tarantino regresa con este cuidadísimo trabajo que deja un regusto a obra maestra una vez que comienzas a analizar los detalles: los decorados, los inmejorables planos, los extraordinarios diálogos... y ese gran Christopher Waltz, en el papel de Hans Landa "el Cazajudíos", que se come la pantalla a bocados. El de Tennessee se vuelve a enroscar en torno a su figura y su cine, reiventando el cine de guerra, asimilándolo a una banda tipo Reservoir Dogs con el objetivo de cortar cabelleras nazis.
Los elementos, ya clásicos, de su cine no faltan. De hecho, abundan más que en otras. Tono sosegado, gags que hacen soltar unas carcajadas, planos fetichistas a más no poder, imágenes que rebosan sangre por los cuatro costados y una banda sonora tan cuidada que merece la pena conseguirla. Malditos bastardos es puro Tarantino, y lo mejor que se ha rodado este año. Sólo le sobra un poco de metraje y una escena del Führer.
Hola, Ramón. Todavía no he ido a ver la peli, en Madrid no se estrenó hasta el viernes pasado, pero como tarantiniano confeso estoy deseando ir. Tu post no hace más que confirmar las buenas vibraciones que me da (hasta el cartel es divertido).
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Cumplí mi amenaza y no he ido a ver cine español, como tú recomendabas. Sí que fui a dos americanas geniales, que te recomiendo de corazón si no las has visto aún: Enemigo público número 1 y Distrito 9.
Veo que hemos decidido hablar de lo mismo. Para mí Tarantino ha vuelto por fin de verdad. Aunque he de decir que esta vez me lo esperaba...
Saludos
Fernando, la de Enemigos Públicos la he visto -me encantan Michael Mann y Johnny Depp- pero la otra me parece demasiado friky y ya veré si finalmente me decido por ir a verla. Si eres tarantiniano no te decepcionará.
Miguel, ahora leo lo que has puesto.
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