Falsos mitos sobre Bolonia
Ni mercantilización de la universidad ni desaparición de las becas. Todo es falso, puras mentiras. Tan falso como decir que la universidad sucumbirá al capitalismo más despiadado. Éstos, que son los principales argumentos de muchos de los que se oponen al Plan Bolonia y al EEES, no son más que interpretaciones muy personales y desviadas de la realidad realizadas por una serie de grupos con intereses propios.
La universidad no va a depender de las empresas, sino que la enseñanza se realizará teniendo en cuenta que la mayoría de esos universitarios se intentarán insertar en el mercado laboral. De modo que qué mejor que dirigir el aprendizaje hacia aquellas habilidades y aquellos conocimientos que más útiles sean en el ejercicio de una profesión. No obstante, no es tan novedoso este sistema, al menos no en las universidades privadas. En ellas, gracias a sus bolsas de trabajo y los acuerdos suscritos con distintas empresas líderes en sus sectores, se imparte una enseñanza orientada a formar profesionales capaces de desenvolverse en sus puestos de trabajo. Y precisamente de eso cojea la universidad pública, cuyo prestigio es indiscutible -al menos en términos caseros-.
Las becas son otro de los caballos de batalla para grupos antiBolonia, anticapitalismo y comunistas, pues forman un batiburrillo en el que es difícil distinguir a los unos de los otros. Algunos se aferran a la propuesta de que surjan becas-crédito para la realización de los máster, que no dejan de ser un complemento a los estudios de grado, que son los necesarios para acceder a oposiciones y demás puestos de trabajo. El máster supera con creces los requisitos mínimos y, como tal, no parece descabellado que el importe de la beca sea devuelta años después, cuando el desempeño de una profesión asegure una remuneración. Eso sí, las becas por baja renta, las Erasmus, así como otras ayudas (por lejanía al centro de estudios, para la compra de material académico, portátiles...) seguirán, en principio, como hasta ahora.
Sí hay un punto flaco, aunque es en el que menos énfasis han puesto estos grupos. La forma en que se está llevando a cabo la adaptación a Bolonia está siendo nefasta desde el punto de vista de la coordinación y la oferta de programas de estudio similares que faciliten la movilidad dentro de España. La culpa recae en la actitud del Gobierno socialista que ha decidido traspasar todas las competencias a las Comunidades Autónomas, que se han encontrado con un jaleo de mucho cuidado. A su vez éstas han delegado en cada universidad, acrecentado aún más las diferencias. Y aunque han proliferado las reuniones de decanos pertenecientes a distintas universidades el panorama pinta muy confuso, adaptando cada uno sus estudios a Bolonia como puede.
Y, por último, Bolonia no supone un paso atrás en nuestra calidad académica. Es más, siempre hemos pecado de soberbia al asegurar que nuestros universitarios sabían más y eran mejores, cuando la realidad nos devuelve a la tierra. Los alumnos con mejores expedientes intentar costearse estudios de postrado en prestigiosas universidades americanas o inglesas, mientras que muy pocos extranjeros deciden hacerlo en España. Sólo nuestras escuelas de negocios se encuentran a la cabeza mundial (IESE, Instituto de Empresa, ESADE...) y ésas sí que atraen sobresalientes estudiantes extranjeros. A partir de ahora, si se hacen bien las cosas, un graduado sabrá menos conceptos que un licenciado, pero se desenvolverá mejor en su puesto de trabajo al principio. En resumen, formación más práctica y menos teórica.
La universidad no va a depender de las empresas, sino que la enseñanza se realizará teniendo en cuenta que la mayoría de esos universitarios se intentarán insertar en el mercado laboral. De modo que qué mejor que dirigir el aprendizaje hacia aquellas habilidades y aquellos conocimientos que más útiles sean en el ejercicio de una profesión. No obstante, no es tan novedoso este sistema, al menos no en las universidades privadas. En ellas, gracias a sus bolsas de trabajo y los acuerdos suscritos con distintas empresas líderes en sus sectores, se imparte una enseñanza orientada a formar profesionales capaces de desenvolverse en sus puestos de trabajo. Y precisamente de eso cojea la universidad pública, cuyo prestigio es indiscutible -al menos en términos caseros-.
Las becas son otro de los caballos de batalla para grupos antiBolonia, anticapitalismo y comunistas, pues forman un batiburrillo en el que es difícil distinguir a los unos de los otros. Algunos se aferran a la propuesta de que surjan becas-crédito para la realización de los máster, que no dejan de ser un complemento a los estudios de grado, que son los necesarios para acceder a oposiciones y demás puestos de trabajo. El máster supera con creces los requisitos mínimos y, como tal, no parece descabellado que el importe de la beca sea devuelta años después, cuando el desempeño de una profesión asegure una remuneración. Eso sí, las becas por baja renta, las Erasmus, así como otras ayudas (por lejanía al centro de estudios, para la compra de material académico, portátiles...) seguirán, en principio, como hasta ahora.
Sí hay un punto flaco, aunque es en el que menos énfasis han puesto estos grupos. La forma en que se está llevando a cabo la adaptación a Bolonia está siendo nefasta desde el punto de vista de la coordinación y la oferta de programas de estudio similares que faciliten la movilidad dentro de España. La culpa recae en la actitud del Gobierno socialista que ha decidido traspasar todas las competencias a las Comunidades Autónomas, que se han encontrado con un jaleo de mucho cuidado. A su vez éstas han delegado en cada universidad, acrecentado aún más las diferencias. Y aunque han proliferado las reuniones de decanos pertenecientes a distintas universidades el panorama pinta muy confuso, adaptando cada uno sus estudios a Bolonia como puede.
Y, por último, Bolonia no supone un paso atrás en nuestra calidad académica. Es más, siempre hemos pecado de soberbia al asegurar que nuestros universitarios sabían más y eran mejores, cuando la realidad nos devuelve a la tierra. Los alumnos con mejores expedientes intentar costearse estudios de postrado en prestigiosas universidades americanas o inglesas, mientras que muy pocos extranjeros deciden hacerlo en España. Sólo nuestras escuelas de negocios se encuentran a la cabeza mundial (IESE, Instituto de Empresa, ESADE...) y ésas sí que atraen sobresalientes estudiantes extranjeros. A partir de ahora, si se hacen bien las cosas, un graduado sabrá menos conceptos que un licenciado, pero se desenvolverá mejor en su puesto de trabajo al principio. En resumen, formación más práctica y menos teórica.
Es algo positivo. En España, como muy bien dices, llevad a cabo malamente. ZP debería de haber dicho algo en el debate de la nación.
Ramón, no es verdad una de las cosas que dices. La formación con Bolonia será mucho más cara por la obligatoriedad del postgrado. Las becas serán escasas. Y además, obligarán a clases medias que no tengan derecho a becas a pagar dos años de postgrado más caro que 6 años de carrera de medicina.La universidad debe buscar la excelencia, y eso es incompatible con el gratis que se fomenta ahora. O se hace enseñanza universitaria de calidad acotando la Universidad a los mejores o se abre la Universidad y se acaba de destruir.
Miguel A siempre opina sin haber pisado la Universidad. Y discrepo abiertamente en que quienes se opongan a Bolonia sean progresistas, comunistas o gente de este tipo.
Y una última cosa. Es interesante conocer el funcionamiento de las diversas universidades. Yo conozco de primera mano la de Valladolid, la de Barcelona y la de Navarra, y créeme, las diferencias son abismales.
Bolonia, en España no va a aportar casi nada. Al tiempo.
Saludos
Como he sido aludido, respondo:
Una cosa es pisarla y otra cursar una carrera. He pisado Derecho en Santiago, Derecho en Coruña y el Campus de Ferrol. No he cursado nada, es cierto.
Me queda 1 año y pico para cursar, tampoco es que sea un nene gilipollas. Muchos de mis compañeros están ahí.
Primero, que reine la paz.
Alberto, el postgrado no es obligatorio. El postgrado, entendido como máster, será necesario para equipararse en atribuciones profesionales a ingenieros superiores, por ejemplo, pero ni arquitectos, ni médicos, ni farmacéuticos, ni veterinarios, ni un largo etcétera lo necesitarán. Por ello el máster es algo complementario en la gran mayoría de las titulaciones.
Las tarifas las desconozco, pues apenas hay universidades que hayan implantado los estudios tal y como exige Bolonia. De hecho no sé si habrá alguna que ya esté ofertando los máster. En cuanto a las becas deberán ser las administraciones autonómica y nacional las que se impliquen y decidan sobre ello. En principio no parece que nadie esté por la labor de reducirlas. Incluso se habla de ampliarlas gracias a la modalidad de la beca-crédito.
La universidad no sólo debe buscar la excelencia sino también preparar buenos profesionales y satisfacer las necesidades de una sociedad en este sentido. No estoy a favor de restringir la universidad a las élites, pues ellas cuentan con otros medios para destacar como recompensa a sus excelentes resultados académicos. De la universidad deben salir jóvenes bien formados. De todas formas creo que sobre este aspecto discrepamos desde hace tiempo.
No digo que sólo se opongan a Bolonia esos grupos ideológicos, sino que son los que se hacen sentir.
Por supuesto que las diferencias son abismales de una universidad a otra dentro de España (no hablemos ya del extranjero), pero tal y como se está adaptando el sistema universitario las diferencia curriculares se agrandarán. En cuanto a servicios, funcionamiento interno y demás, ya hay un mundo.
Sinceramente, espero que Bolonia nos aporte un mejor sistema de enseñanza de modo que el aprendizaje sea real y provechoso.
Miguel, tampoco hay que ofenderse. Es cierto que no se conoce la universidad hasta que no está en ella, como todo en la vida. Y cuanto más se mueve uno mejor puede valorar el estado de su universidad y de su carrera en particular.
Saludos a los dos.
Que yo no quería ofender a nadie!!! Y en el fondo Ramón tiene razón, ojalá Bolonia mejore lo que hay porque si no...
Saludos
La verdad... si con Bolonia no mejora vamos jodidos.
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