Un Pepiño Blanco del PP
Sobre esta espeluznante premisa giró una conversación-discusión que tuve con un amigo, pues él defendía la necesidad de un Pepiño en el PP. Yo, sinceramente, creo que el aparato del partido jamás habría dejado que una persona como José Blanco hubiese podido llegar tan alto y que los propios militantes y simpatizantes populares se habrían encargado de echar a patadas a Pepiño de su puesto. Y no es sólo por su carencia de estudios superiores, sino por su actitud de pantomima política que tanto enerva a quien posee dos dedos de frente.
Mi amigo afirmaba que no era necesario tener estudios para llegar tan arriba en política, quizás porque él se encuentra en similar posición, y, en parte, lo comparto. Pero aquí hay que poner los puntos sobre las íes, pues los estudios universitarios no implican que una persona, por el mero hecho de haberlos cursado, esté más preparada para dar la cara día tras día en función de su cargo político. En definitiva el político debe ser una persona capaz de vender un producto, y ahí entran en juego las cualidades innatas, o aprendidas, de cada uno.
Cierto que necesitamos un Pepiño, pero uno cualificado, cuya imagen no sirva de mofa y cachondeo ajeno, pero sí necesitamos a un tipo que siembre polémica de manera dirigida y contrarreste las artes socialistas con su misma moneda. No se puede ser siempre el partido blandengue del espectro político, y esto lo supo Aznar que por ello contó con la inestimable ayuda, en esas lides, de Álvarez Cascos. Y es que no nos engañemos, Pepiño ejerce una labor importantísima para el PSOE, y así se lo reconoce el partido y Zapatero, manteniéndole en su puesto, aunque a nosotros nos parezca un insulto a la decencia y otra mancha negra sobre nuestra degradada política. De hecho, tipos como José Blanco hacen que el desprestigio se esté acelerando de manera exponencial.
Ahora bien, este sujeto que se dedica a soltar sapos y culebras por la boca, que siembra incertidumbre y malmete, tampoco es amado por los votantes socialistas y parece que no está en su quiniela de favoritos al cargo de sucesor de Zapatero, como se desprende de la última encuesta de El Mundo y Sigma Dos, hace un par de días. Sólo un 5% le quiere, estando a años luz de Fernández de la Vega, Bono, Rubalcaba o Chacón. Puede que algún intrépido socialista intente maquillar el pobre respaldo de Pepiño alegando a su desgaste político por estar continuamente en el ojo de huracán, pero no deberá llevarse a engaño, Pepiño simplemente vale para lo que vale, y para lo demás necesitaría algo más de formación en todos los aspectos.
Mi amigo afirmaba que no era necesario tener estudios para llegar tan arriba en política, quizás porque él se encuentra en similar posición, y, en parte, lo comparto. Pero aquí hay que poner los puntos sobre las íes, pues los estudios universitarios no implican que una persona, por el mero hecho de haberlos cursado, esté más preparada para dar la cara día tras día en función de su cargo político. En definitiva el político debe ser una persona capaz de vender un producto, y ahí entran en juego las cualidades innatas, o aprendidas, de cada uno.
Cierto que necesitamos un Pepiño, pero uno cualificado, cuya imagen no sirva de mofa y cachondeo ajeno, pero sí necesitamos a un tipo que siembre polémica de manera dirigida y contrarreste las artes socialistas con su misma moneda. No se puede ser siempre el partido blandengue del espectro político, y esto lo supo Aznar que por ello contó con la inestimable ayuda, en esas lides, de Álvarez Cascos. Y es que no nos engañemos, Pepiño ejerce una labor importantísima para el PSOE, y así se lo reconoce el partido y Zapatero, manteniéndole en su puesto, aunque a nosotros nos parezca un insulto a la decencia y otra mancha negra sobre nuestra degradada política. De hecho, tipos como José Blanco hacen que el desprestigio se esté acelerando de manera exponencial.
Ahora bien, este sujeto que se dedica a soltar sapos y culebras por la boca, que siembra incertidumbre y malmete, tampoco es amado por los votantes socialistas y parece que no está en su quiniela de favoritos al cargo de sucesor de Zapatero, como se desprende de la última encuesta de El Mundo y Sigma Dos, hace un par de días. Sólo un 5% le quiere, estando a años luz de Fernández de la Vega, Bono, Rubalcaba o Chacón. Puede que algún intrépido socialista intente maquillar el pobre respaldo de Pepiño alegando a su desgaste político por estar continuamente en el ojo de huracán, pero no deberá llevarse a engaño, Pepiño simplemente vale para lo que vale, y para lo demás necesitaría algo más de formación en todos los aspectos.
Hombres como Pepiño los hay en todos los partidos, sí. Otra cosa es que estén arriba...
Esta discusión me parece muy interesante. Desde luego, los de derechas necesitamos un Pepiño, no sé si con estudios o no, eso importa poco, creo. Lo importante es que, al igual que Pepiño, sea capaz de simplificar los mensajes del Partido, ponerles un toque de mala leche y vomitarlos, para que la gente los entienda y los asuma. La gente normal, quiero decir, el votante medio.
Rajoy, que es tan fino, con sus comadres Cospedal-Arenas-Soraya han puesto en marcha un ensayo de Pepiño, que es González Pons. Tiene cierta gracia, cierta mala leche, pero no funciona, porque se le nota demasiado que va a cenar en un restaruante caro, y eso no puede ser. Casi funciona mejor, en la veta simplificadora-maruja, Esperanza, que tambien es rica, pero con un toque mari, cuando quiere.
Tienes un reto en mi Blog.
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