La partida de la vergüenza
Tampoco pretendo decir mucho, pues prácticamente queda poco nuevo que aportar a todo lo que ya se ha comentado por la blogosfera. Da rabia levantarte y enterarte al leer el periódico de un nuevo asesinato de ETA. Como era de esperar, debido a su escasa capacidad actual, el atentado ha tenido lugar en el País Vasco y en un feudo suyo, lo que facilita la no existencia de testigos ni delatores.
La víctima era un empresario de la localidad de Azpeitia, pueblo gobernado por ANV y sede de la secreta reunión entre Batasuna y PNV, que desde hace 20 años había rehusado ser cómplice de la barbarie terrorista negándose a pagar el impuesto revolucionario, convirtiéndose en posible objetivo desde aquel mismo momento. La lotería del capricho etarra le llegó ayer mismo, trayendo al recuerdo a Isaías Carrasco. Sin embargo los gestos de rechazo hacia ETA y quienes los secundan no han gozado de la misma fuerza.
El ejemplo más evidente, y el más vergonzoso de todos, es esa imagen de sus compañeros de tute que, a pesar del trágico suceso, no pueden faltar a la cita con las cartas y el tapete. Pueden alegar que se trata de demostrar que ETA no puede alterar las vidas de los vascos, pero esto huele más al problema intrínseco de la sociedad vasca (en general, pues hay muy honrosos casos), que por miedo o connivencia deciden hacer oídos sordos a la triste realidad. Seguro que si en vez de un disparo a traición hubiera sido un accidente de tráfico esa partida no se disputaría. Pero claro, volvemos al eterno interrogante de si no han sido sus propios amigos quienes le han vendido. Es el problema, la mayoría no habla con nadie fuera de su círculo más íntimo de confianza porque nunca se sabe quién es realmente el interlocutor.
La víctima era un empresario de la localidad de Azpeitia, pueblo gobernado por ANV y sede de la secreta reunión entre Batasuna y PNV, que desde hace 20 años había rehusado ser cómplice de la barbarie terrorista negándose a pagar el impuesto revolucionario, convirtiéndose en posible objetivo desde aquel mismo momento. La lotería del capricho etarra le llegó ayer mismo, trayendo al recuerdo a Isaías Carrasco. Sin embargo los gestos de rechazo hacia ETA y quienes los secundan no han gozado de la misma fuerza.
El ejemplo más evidente, y el más vergonzoso de todos, es esa imagen de sus compañeros de tute que, a pesar del trágico suceso, no pueden faltar a la cita con las cartas y el tapete. Pueden alegar que se trata de demostrar que ETA no puede alterar las vidas de los vascos, pero esto huele más al problema intrínseco de la sociedad vasca (en general, pues hay muy honrosos casos), que por miedo o connivencia deciden hacer oídos sordos a la triste realidad. Seguro que si en vez de un disparo a traición hubiera sido un accidente de tráfico esa partida no se disputaría. Pero claro, volvemos al eterno interrogante de si no han sido sus propios amigos quienes le han vendido. Es el problema, la mayoría no habla con nadie fuera de su círculo más íntimo de confianza porque nunca se sabe quién es realmente el interlocutor.
Un buen artículo en consonancia con lo que apuntaba hoy Carlos Iturgaiz en un artículo en El Mundo; la foto es el reflejo de las miserias, de la desvergüenza y la indiferencia de una parte importante de la población.
Es mentira lo publicado por el periódico El Mundo. Ni vergonzosa la imagen de sus compañeros ni digna un juicio tan duro hacia ellos. Ellos, seguro, han sentido mucho más este asesinato que cualquiera de los que aquí escriben.
Un poco de dignidad aunque a los periodistas de El Mundo no se lo hayan enseñado.
#Anónimo, si tanto les apena que actúen como hace cualquier persona y como todo el mundo que esté comprometido con la libertad debería hacer. Precisamente es allí, en pleno corazón de Euskadi en un pueblo gobernado por los proetarras, donde las actitudes se convierten en poderosos símbolos. La indiferencia que refleja la foto es alarmante.
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