El juguete roto de Garzón
Baltasar Garzón, el gran juez español de las causas imposibles (a veces las hace posibles, todo sea dicho), ha escrito un nuevo capítulo en la historia judicial española. Al final, todo el follón montado con su intención de desenterrar todas las fosas comunes y juzgar a quienes les asesinaron ha caído en saco roto, y el responsable de este esperpento, en que pasa las competencias a las localidades afectadas, no es otro sino él. Y eso a pesar de que acuse al fiscal general de mediático. ¡Lo que hay que oír!
Garzón, a quien me encontré hace unos años en Barajas procedente de Sudamérica, ha conseguido su cuota de popularidad, el aplauso de quienes reivindicaban una Memoria Histórica -una en concreto- y, ahora, el llanto de esos mismos que quisieron creer en un juez que les dio infinitas esperanzas de recuperar a sus familiares desaparecidos y, de paso, juzgar a los culpables. Pero es este último punto el que ha echado por tierra las ilusiones de un sensible porcentaje de la población española.
Franco murió, como más de 2 millones de españoles de la época pudieron comprobar. Ahora Baltasar Garzón cae en la cuenta de ello, así como en que el resto de supuestos culpables también han perecido, haciendo inviable el juicio por extinción de culpabilidad. También servirá para callar la boca a algún alienado de JSE que se muestra convencido de que "Fraga tiene las manos manchadas de sangre", como he tenido la ocasión de escuchar.
Pero al revés sufrido por Garzón al constatar la muerte de Franco (buen e incendiario titular de El Mundo hoy) y la pataleta contra el fiscal general porque éste ha cumplido con su cometido, se une la petición de permiso denegada por el CGPJ puesto que el absentismo de Garzón perjudicaría aún más al estado de su juzgado, además de que parece que los permisos se han convertido en el recurso fácil del juez para desconectar, aumentar su fama y sacar un dinero extra. Por eso El Mundo descubre que desde marzo a agosto de este año, 6 meses, ha disfrutado de 7 permisos, lo que es un tanto excesivo para quien debe dictar justicia y ya ha cometido un par de errores por supuesta dejación profesional.
Garzón, a quien me encontré hace unos años en Barajas procedente de Sudamérica, ha conseguido su cuota de popularidad, el aplauso de quienes reivindicaban una Memoria Histórica -una en concreto- y, ahora, el llanto de esos mismos que quisieron creer en un juez que les dio infinitas esperanzas de recuperar a sus familiares desaparecidos y, de paso, juzgar a los culpables. Pero es este último punto el que ha echado por tierra las ilusiones de un sensible porcentaje de la población española.
Franco murió, como más de 2 millones de españoles de la época pudieron comprobar. Ahora Baltasar Garzón cae en la cuenta de ello, así como en que el resto de supuestos culpables también han perecido, haciendo inviable el juicio por extinción de culpabilidad. También servirá para callar la boca a algún alienado de JSE que se muestra convencido de que "Fraga tiene las manos manchadas de sangre", como he tenido la ocasión de escuchar.
Pero al revés sufrido por Garzón al constatar la muerte de Franco (buen e incendiario titular de El Mundo hoy) y la pataleta contra el fiscal general porque éste ha cumplido con su cometido, se une la petición de permiso denegada por el CGPJ puesto que el absentismo de Garzón perjudicaría aún más al estado de su juzgado, además de que parece que los permisos se han convertido en el recurso fácil del juez para desconectar, aumentar su fama y sacar un dinero extra. Por eso El Mundo descubre que desde marzo a agosto de este año, 6 meses, ha disfrutado de 7 permisos, lo que es un tanto excesivo para quien debe dictar justicia y ya ha cometido un par de errores por supuesta dejación profesional.
Esa foto la puse en un artículo mío. Parece todo un dandy.
Un saludo
Lo mejor de todo es la frase demoledora que pone El Mundo en la parte superior de la portada: "lo más vergonzoso para un hombre es ponerse en ridículo".
Un saludo
Tienes razón, y yo me alegro mucho de que este tema se haya cerrado, porque me ha hecho pasarlo muy mal. En ese sentido hay que estar alegres.
Pero no conviene olvidar que, más allá de la anécdota, este caso ha demostrado una vez más el estado en el que está la Justicia en España, incluso en un órgano que podríamos definir como "de élite".
Este hombre lo que tiene es un afán de protagonismo desmesurado. Su ego le lleva al ridículo absoluto.
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