A escasas horas de la gala de los Goya voy a analizar brevemente las películas candidatas. Para empezar, el año ha sido bastante bueno desde un punto de vista creativo y excepcional si hablamos de taquilla. Como lo oyen. A pesar de campañas contra la SGAE, de las lágrimas de estos y de mil artificios más en torno al cine español, hemos asistido a una cosecha fabulosa en nuestros cines. Culpables de ello son directores como Amenábar y Almodóvar, secuelas como [REC]2, gratas sorpresas como Celda 211, comedias sin pretensiones como Spanish Movie y productos teen como Fuga de cerebros y Mentiras y gordas. Paso al análisis.
Agora, con 13 nominaciones, es un producto de mucha calidad, ideado por nuestro mejor director, Alejandro Amenábar. Si bien es cierto que flaquea por culpa de varias interpretaciones muy flojas -exceptuando a la genial Rachel Weisz, Goya seguro- la incursión del chileno-madrileño en el peplum se salda con un meritorio resultado. Un emocionante segunda hora redime la lentitud de la primera. Eso unido a un gran dominio de la dirección -buenísimos zooms, vistas cenitales...- y a una elaborada música dan a Agora una factura muy hollywoodiense en la que a la omnipresente figura de Hypatia se une el tema del fundamentalismo. Totalmente desmerecidas las injustas críticas desde ciertos sectores ultracristianos. Pero ése es otro tema que abordaré en otro post.
Celda 211, grata revelación del año, con un inconmensurable Luis Tosar -también huele a Goya si Ricardo Darín no lo impide- acumula 14 nominaciones. Película de presidiarios, narrada con acierto y filmada con tensión que merece ser vista. El éxito de taquilla y crítica la precede.
El secreto de sus ojos es, probablemente, la mejor película del año; por lo menos en castellano. Pero tiene un serio handicap para llevarse el Goya a mejor película y es que al tratarse de una coproducción hispano-argentina también opta al Goya a la mejor película hispanoamericana, que tiene en el bolsillo desde ya mismo. Sólo La teta asustada, de la hija Mario Vargas Llosa podría hacer saltar la sorpresa. Juan José Campanella firma su trabajo más redondo (la experiencia en series como House se nota) en un precioso thriller que combina drama, comedia y un romance imposible. Ricardo Darín y Soledad Villamil, ambos candidatos al Goya, lo bordan, y Guillermo Francella, olvidado por la Academia, pone el colofón a la cuadratura del círculo a la que asistimos ante esta pieza excepcional. Lo mejor del cine argentino en su historia.
Del resto hay que destacar la película del olvidado Almodóvar, Los abrazos rotos. Fabulosas interpretaciones, buen guión, buena música y la habitual sensibilidad del manchego hacen de ella una buena película. Lástima que Pedro no se lleve bien con los "académicos". También acapara 8 nominaciones el film Gordos, de Daniel Sánchez-Arévalo. Un título que lejos de ser excepcional, ni tan bueno como Azuloscurocasinegro, sí es entretenido, deparando algunos momentos divertidos, con unas interpretaciones justamente premiadas con sus nominaciones y que confirman a su director como el Jason Reitman español.
Por lo demás esperar el anunciado fracaso de Trueba con El baile de la victoria -película elegida para representarnos en los Oscar y de ahí su nominación a mejor película-, acordarnos de títulos casi olvidados (Mapa de los sonidos de Tokyo, After, 25 kilates, Los condenados, Mal día para pescar...), ver quién es el nuevo director novel premiado, y desear que Tres días con la familia y Pagafantas reciban el reconocimiento justo.