La evidencia del fracaso
La reforma del Ejecutivo de Zapatero es la prueba más palpable del fracaso de su gestión. Tan sólo un año después de formar Gobierno. gracias a las falsedades que algunos españoles se tragaron, Zapatero reajusta su equipo; algo que ya se sabía que era necesario y que el descalabro económico ha acelerado. Ésta es la última bala que le queda al Presidente de España para recuperar credibilidad y rehabilitar su imagen.
Cantado estaba el adiós de Solbes por lo tanto que lo había cacareado al aire el propio Ministro. En su lugar, un puesto terriblemente duro en estos momentos, aparece la todoterreno Elena Salgado, quien va a por su tercer ministerio. Y digo yo, ¿no sería más lógico apostar por alguien ducho en economía para sacarnos de la crisis? Claro que probablemente ZP siga creyendo que todo es fruto de la coyuntura internacional y prefiera permanecer a la espera para que cuando todos generen riqueza nosotros dejemos de destruir empleo.
También era lógico quitarse de encima a la inclasificable Magdalena Álvarez, quien se ha resistido como un titán a la merecida dimisión. Finalmente ha sido cesada bajo el disfraz de la reforma. Pero de mala conocida pasamos a peor conocido, don José Blanco. El azote del PP, sin argumentos más allá de los insultos y chascarrillos propios de su capacidad política y de trabajo, tomará la gestión de nuestros aeropuertos, nuestras carreteras y las nuevas líneas del AVE, de modo que raro será avanzar algo en este aspecto.
Bernat Soria, el eminente científico metido a ministrillo, se va y con su marcha regresa la competencia en materia de investigación al Ministerio de Sanidad, que es algo que jamás debió haberse separado. El problema es que justo ahora que desde Sanidad se vuelve a apostar por la ciencia se quita al que sabe de ello para meter a una mujer que basa su vida en la política y en el peregrinaje por puestos públicos de la mano del PSOE. A mí me da que la Sanidad perderá.
Al pobre César Antonio Molina se lo han llevado por delante los cineastas y demás colegas del mundo del complejo y partidista cine español, y todo por su Ley del Cine. Tan injusta e imposible de justificar la vio el defenestrado Ministro que se negó a llevarla adelante tal cual pretendían los vividores del cine patrio. Si bochornoso era el dato de que las subvenciones al cine español hubieran superado a sus ingresos en taquilla, el nombramiento de la hasta ahora Presidenta de la Academia del Cine supone un paso más de Zapatero por arrimarse a los titiriteros y mantenerlos callados. El problema de la nueva Ministra, Ángeles González-Sinde, es su ferviente y radical defensa del canon digital y su ataque a los intercambios P2P lo que hará que el amenazado mundo de internet deba rebelarse en cuanto comience con sus ataques a la libertad del internauta. El cine la quiere, internet ya la aborrece.
También Mercedes Cabrera ha dejado su puesto al socialista confeso Ángel Gabilondo, Rector de la Autónoma de Madrid. A él le toca afrontar la pésima adaptación a Bolonia que está llevando a cabo el Gobierno y suya será la cara que dé imagen al fracaso de la misma. Ahora bien, en sus manos está obviar las teorías socialistas y hacer caso a sus compañeros rectores.
Como colofón Zapatero ha decidido arrojarse a los brazos de Manuel Chaves, al que le ofrece un retiro dorado a la vez que busca una nueva cara que pueda hacer frente a la pujanza de Arenas en el feudo socialista andaluz, a quien dará la potestad de definir el concepto de España desde su puesto de Ministro de Política Territorial. Mal lo ha hecho Chaves durante lustros y poco bien podrá aportar a estos tres años, en caso de que dure tanto tiempo la pantomima.
Al final ni han desaparecido los Ministerios fantasmas - vivienda e igualdad - ni se ha recortado en gasto administrativo teniendo la desfachatez de crear una nueva vicepresidencia. Y ahora ZP amenaza con destruir nuestro deporte con su intervención directa. Y es que su solución para no defraudar a aquellos que les gustó la idea-inspiración divina del Presidente al prometer un Ministerio de Deportes consiste en tutelar el trabajo de Jaime Lissavetzky, lo que no es más que un mero montaje y una patraña más de este Gobierno que trata a su Pueblo como si éste fuera tonto de remate.
Cantado estaba el adiós de Solbes por lo tanto que lo había cacareado al aire el propio Ministro. En su lugar, un puesto terriblemente duro en estos momentos, aparece la todoterreno Elena Salgado, quien va a por su tercer ministerio. Y digo yo, ¿no sería más lógico apostar por alguien ducho en economía para sacarnos de la crisis? Claro que probablemente ZP siga creyendo que todo es fruto de la coyuntura internacional y prefiera permanecer a la espera para que cuando todos generen riqueza nosotros dejemos de destruir empleo.
También era lógico quitarse de encima a la inclasificable Magdalena Álvarez, quien se ha resistido como un titán a la merecida dimisión. Finalmente ha sido cesada bajo el disfraz de la reforma. Pero de mala conocida pasamos a peor conocido, don José Blanco. El azote del PP, sin argumentos más allá de los insultos y chascarrillos propios de su capacidad política y de trabajo, tomará la gestión de nuestros aeropuertos, nuestras carreteras y las nuevas líneas del AVE, de modo que raro será avanzar algo en este aspecto.
Bernat Soria, el eminente científico metido a ministrillo, se va y con su marcha regresa la competencia en materia de investigación al Ministerio de Sanidad, que es algo que jamás debió haberse separado. El problema es que justo ahora que desde Sanidad se vuelve a apostar por la ciencia se quita al que sabe de ello para meter a una mujer que basa su vida en la política y en el peregrinaje por puestos públicos de la mano del PSOE. A mí me da que la Sanidad perderá.
Al pobre César Antonio Molina se lo han llevado por delante los cineastas y demás colegas del mundo del complejo y partidista cine español, y todo por su Ley del Cine. Tan injusta e imposible de justificar la vio el defenestrado Ministro que se negó a llevarla adelante tal cual pretendían los vividores del cine patrio. Si bochornoso era el dato de que las subvenciones al cine español hubieran superado a sus ingresos en taquilla, el nombramiento de la hasta ahora Presidenta de la Academia del Cine supone un paso más de Zapatero por arrimarse a los titiriteros y mantenerlos callados. El problema de la nueva Ministra, Ángeles González-Sinde, es su ferviente y radical defensa del canon digital y su ataque a los intercambios P2P lo que hará que el amenazado mundo de internet deba rebelarse en cuanto comience con sus ataques a la libertad del internauta. El cine la quiere, internet ya la aborrece.
También Mercedes Cabrera ha dejado su puesto al socialista confeso Ángel Gabilondo, Rector de la Autónoma de Madrid. A él le toca afrontar la pésima adaptación a Bolonia que está llevando a cabo el Gobierno y suya será la cara que dé imagen al fracaso de la misma. Ahora bien, en sus manos está obviar las teorías socialistas y hacer caso a sus compañeros rectores.
Como colofón Zapatero ha decidido arrojarse a los brazos de Manuel Chaves, al que le ofrece un retiro dorado a la vez que busca una nueva cara que pueda hacer frente a la pujanza de Arenas en el feudo socialista andaluz, a quien dará la potestad de definir el concepto de España desde su puesto de Ministro de Política Territorial. Mal lo ha hecho Chaves durante lustros y poco bien podrá aportar a estos tres años, en caso de que dure tanto tiempo la pantomima.
Al final ni han desaparecido los Ministerios fantasmas - vivienda e igualdad - ni se ha recortado en gasto administrativo teniendo la desfachatez de crear una nueva vicepresidencia. Y ahora ZP amenaza con destruir nuestro deporte con su intervención directa. Y es que su solución para no defraudar a aquellos que les gustó la idea-inspiración divina del Presidente al prometer un Ministerio de Deportes consiste en tutelar el trabajo de Jaime Lissavetzky, lo que no es más que un mero montaje y una patraña más de este Gobierno que trata a su Pueblo como si éste fuera tonto de remate.
Es una tragedia que se nos vaya Maleni; pero, al menos, nos quedará Pepiño para los humoristas.
Por lo demás, todo es nada, aire, humo.
Muy bien analizado, Ramón.
Buen artículo, ilustrativo y completo.
En mi humilde opinión, lo esencial del cambio de algunos ministros es que Zapatero vuelve a apostar por la fidelidad y el dogmatismo de partido que por la eficacia y la capacidad de gestión. Prefiere rodearse de fieles que le vean como a un mesías que de gente capaz, que —debidamente a esa capacidad— puedan corregirle y discrepar de él.
Sinceramente, creo que varios ministros nuevos pueden llegar a hacer buenos a sus antecesores.
Saludos.
Pepiño es un cambio de cromo con Maleni.
Salgado es la mujer paja, ZP manejará todo.
Gabilondo es un hombre de prisa
SinDESCARGAS, una ultra de la SGAE
Chaves viaja a madrid para salvarse de la quema en andalucía
y Trini el gran fracaso en madrid, ha recibido su premio tras pasar por el limbo
En resumen la misma basura
un saludo
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