Dos imprescindibles de la novela negra
Regreso, de manera furtiva, eso sí, para hablaros y recomendaros dos novelas fabulosas pero poco conocidas. Ambas pertenecen al género de la novela negra y para los aficionados a ella se me antojan imprescindibles. Tanto me han impresionado que las he colocado directamente en mi podio de novela negra.
Delitos a largo plazo, de Jake Arnott
Se trata de la vida de un gángster londinense ficticio llamado Harry Starks basado en otros gangsters reales de la época, los 50 y 60. A lo largo de sus 400 páginas conocemos su vida criminal y personal por medio de otras cuatro personas que comparten con él un pedazo de su vida, ya sea como amante, testaferro o compañero del hampa. Pero si por algo destaca esta novela es por la exquisita recreación que hace de esa época glamourosa del Londres de mediados del siglo XX y del decadente, por entonces, barrio del Soho. La inmersión es total, con una narración muy ágil que te da la sensación de estar viendo una película, de las buenas, sobre la vida de este temible gángster. Quien, por cierto, tiene una característica poco habitual que une a su violencia innata: es gay. El final termina de rematar un conjunto impecable.
No hay bestia tan feroz, de Edward Bunker
Ya sólo el título te deja pegado al sofá. Si aceptas el reto y lees el primer capítulo ya no puedes volver atrás, sobre todo porque en esas primeras páginas se da la recreación más realista que yo haya visto jamás sobre la vida carcelaria y sobre los temores de un preso a punto de salir de la cárcel. Claro que para esto el autor se sumergió en prisión de una manera peculiar, pues fue convicto por diversos cargos como atraco o tráfico de drogas. Sin embargo, se reinsertó en la sociedad y nos brindó, allá por 1975, esta novela desgarradora, realista y brutal sobre la vida de Max Dembo, un preso que al lograr la condicional trata de ser un buen ciudadano, pero eso no siempre es posible en el mundo en el que se desenvuelve. Narrado en primera persona, es imposible no identificarse con el personaje llegando a entenderle y disculparle. Y para los frikis del cine de Tarantino, sólo apuntar que Edward Bunker encarnó al Señor Azul en Reservoir Dogs. Incluso llegó a ser nominado a un Oscar por un guión suyo en los 80.
Delitos a largo plazo, de Jake Arnott
Se trata de la vida de un gángster londinense ficticio llamado Harry Starks basado en otros gangsters reales de la época, los 50 y 60. A lo largo de sus 400 páginas conocemos su vida criminal y personal por medio de otras cuatro personas que comparten con él un pedazo de su vida, ya sea como amante, testaferro o compañero del hampa. Pero si por algo destaca esta novela es por la exquisita recreación que hace de esa época glamourosa del Londres de mediados del siglo XX y del decadente, por entonces, barrio del Soho. La inmersión es total, con una narración muy ágil que te da la sensación de estar viendo una película, de las buenas, sobre la vida de este temible gángster. Quien, por cierto, tiene una característica poco habitual que une a su violencia innata: es gay. El final termina de rematar un conjunto impecable.
No hay bestia tan feroz, de Edward Bunker
Ya sólo el título te deja pegado al sofá. Si aceptas el reto y lees el primer capítulo ya no puedes volver atrás, sobre todo porque en esas primeras páginas se da la recreación más realista que yo haya visto jamás sobre la vida carcelaria y sobre los temores de un preso a punto de salir de la cárcel. Claro que para esto el autor se sumergió en prisión de una manera peculiar, pues fue convicto por diversos cargos como atraco o tráfico de drogas. Sin embargo, se reinsertó en la sociedad y nos brindó, allá por 1975, esta novela desgarradora, realista y brutal sobre la vida de Max Dembo, un preso que al lograr la condicional trata de ser un buen ciudadano, pero eso no siempre es posible en el mundo en el que se desenvuelve. Narrado en primera persona, es imposible no identificarse con el personaje llegando a entenderle y disculparle. Y para los frikis del cine de Tarantino, sólo apuntar que Edward Bunker encarnó al Señor Azul en Reservoir Dogs. Incluso llegó a ser nominado a un Oscar por un guión suyo en los 80.