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Crónica de un Congreso anunciado

Ayer tuvo lugar el VII Congreso de Nuevas Generaciones de Burgos, medio año después de cuando se esperaba. Un Congreso que llegaba marcado por la polémica: un afiliado expulsado por tener ganas de presentarse a Presidente, un número de avales mínimos necesarios exagerado, numerosas anomalías según uno de los precandidatos... y el morbo de recibir a Nacho Uriarte después de su incidente. Al final, ausencia de Uriarte y polémica según lo esperado, lo que se tradujo en un discreto apoyo al candidato único que obtuvo 71 votos a favor, 4 menos del mínimo de avales necesarios. Quizás tuvieran razón los que aseguraban que se trataba de un número casi imposible de lograr.

No estuvo Uriarte pero sí el Secretario Nacional, Ángel González, acompañado por los presidentes de Extremadura y de Pontevedra -compañero blogger de El Dorado- que en su largo discurso invitó a todos los críticos a la quinta planta de Génova. Confiemos en que sea suficientemente grande. No obstante si alguien se mostró soberbio en el atril ése fue Alfonso García Vicente, presidente de NNGG de Castilla y León, con un discurso bueno y profundo, haciendo hincapié en valores como la democracia, la libertad o el respeto.

Por lo demás todo bastante predecible, desde el nuevo organigrama al devenir de los acontecimientos y al contenido de los discursos, no sin alguna pequeña sorpresa producto del subconsciente. El lugar elegido, el claustro del Hotel NH Palacio de la Merced, se mostró espectacular, resaltando la buena organización y el cuidado montaje. En resumen, un Congreso cantado, con su toque de polémica, infinidad de caras -conocidas y desconocidas- y un escenario resbaladizo a causa de las lágrimas. No me pregunten por las lágrimas; yo no lloré.


Foto: en primera fila, César Rico, Ángel González, Eduardo Villanueva, Daniel Sualdea y Alfonso García Vicente. A la derecha, un nutrido grupo de críticos mostrando su disconformidad.


PD: todo bajo el escrutinio del dictador de la ilusión

La dama y la muerte

Ocupadísimo por un último examen y por influir en la ponencia política del VII congreso provincial de NNGG de Burgos, os dejo el cortometraje de animación que venció en los Goya y que representará a España en los Oscars. Espero que os guste.



De factura impecable, quizás peque de repetitivo a mitad del mismo. Tras "El lince perdido", otra cosa más de la factoría de Antonio Banderas, Green Moon.

Anticipo de los Goya

A escasas horas de la gala de los Goya voy a analizar brevemente las películas candidatas. Para empezar, el año ha sido bastante bueno desde un punto de vista creativo y excepcional si hablamos de taquilla. Como lo oyen. A pesar de campañas contra la SGAE, de las lágrimas de estos y de mil artificios más en torno al cine español, hemos asistido a una cosecha fabulosa en nuestros cines. Culpables de ello son directores como Amenábar y Almodóvar, secuelas como [REC]2, gratas sorpresas como Celda 211, comedias sin pretensiones como Spanish Movie y productos teen como Fuga de cerebros y Mentiras y gordas. Paso al análisis.

Agora, con 13 nominaciones, es un producto de mucha calidad, ideado por nuestro mejor director, Alejandro Amenábar. Si bien es cierto que flaquea por culpa de varias interpretaciones muy flojas -exceptuando a la genial Rachel Weisz, Goya seguro- la incursión del chileno-madrileño en el peplum se salda con un meritorio resultado. Un emocionante segunda hora redime la lentitud de la primera. Eso unido a un gran dominio de la dirección -buenísimos zooms, vistas cenitales...- y a una elaborada música dan a Agora una factura muy hollywoodiense en la que a la omnipresente figura de Hypatia se une el tema del fundamentalismo. Totalmente desmerecidas las injustas críticas desde ciertos sectores ultracristianos. Pero ése es otro tema que abordaré en otro post.

Celda 211, grata revelación del año, con un inconmensurable Luis Tosar -también huele a Goya si Ricardo Darín no lo impide- acumula 14 nominaciones. Película de presidiarios, narrada con acierto y filmada con tensión que merece ser vista. El éxito de taquilla y crítica la precede.

El secreto de sus ojos es, probablemente, la mejor película del año; por lo menos en castellano. Pero tiene un serio handicap para llevarse el Goya a mejor película y es que al tratarse de una coproducción hispano-argentina también opta al Goya a la mejor película hispanoamericana, que tiene en el bolsillo desde ya mismo. Sólo La teta asustada, de la hija Mario Vargas Llosa podría hacer saltar la sorpresa. Juan José Campanella firma su trabajo más redondo (la experiencia en series como House se nota) en un precioso thriller que combina drama, comedia y un romance imposible. Ricardo Darín y Soledad Villamil, ambos candidatos al Goya, lo bordan, y Guillermo Francella, olvidado por la Academia, pone el colofón a la cuadratura del círculo a la que asistimos ante esta pieza excepcional. Lo mejor del cine argentino en su historia.

Del resto hay que destacar la película del olvidado Almodóvar, Los abrazos rotos. Fabulosas interpretaciones, buen guión, buena música y la habitual sensibilidad del manchego hacen de ella una buena película. Lástima que Pedro no se lleve bien con los "académicos". También acapara 8 nominaciones el film Gordos, de Daniel Sánchez-Arévalo. Un título que lejos de ser excepcional, ni tan bueno como Azuloscurocasinegro, sí es entretenido, deparando algunos momentos divertidos, con unas interpretaciones justamente premiadas con sus nominaciones y que confirman a su director como el Jason Reitman español.

Por lo demás esperar el anunciado fracaso de Trueba con El baile de la victoria -película elegida para representarnos en los Oscar y de ahí su nominación a mejor película-, acordarnos de títulos casi olvidados (Mapa de los sonidos de Tokyo, After, 25 kilates, Los condenados, Mal día para pescar...), ver quién es el nuevo director novel premiado, y desear que Tres días con la familia y Pagafantas reciban el reconocimiento justo.

Residuos nucleares: ¿negocio?¿salvación?

Lo que podía haberse convertido en una cuestión innombrable, algo de lo que huir nada más ser mencionado, ha pasado a ser un objeto de codicia para unos cuantos pueblos diseminados por toda nuestra geografía. Añorado por alcaldes de pueblos remotos y odiado por los gobernantes regionales y locales de cada lugar. Ningún político de los que viven de ello quiere presumir de llevarse el centro para el tratamiento de residuos nucleares. Y eso que es un bombazo si hablamos de empleo, tema de moda actualmente.

Pero ni por esas. Todos los aspectos negativos que algunos encontraban para abrir nuevas centrales nucleares - ¿por qué no una Garoña II?- se ciernen sobre esta nueva construcción. Los residuos seguirán existiendo y su posible fuga, dentro de lo improbable que es, deberá ser algo a tener en cuenta. Lo único que parece menos probable es que explote, aunque tampoco esto es un argumento válido contra una central nuclear. Del año 2010, digo.

El caso es que algunos avispados alcaldes de pueblos o pedanías -en televisión hemos visto aldeas y lugareños de boina y palillo en la boca reclamando la instalación- se han lanzado a por el hito de rejuvenecer su localidad y evitar su desaparición. Sólo hace falta ver esos pueblos castellanos que parecen salidos de las páginas del Miguel Delibes de hace 50 años. 3oo empleos , desde el Gobierno inflan la cifra hasta 500, no son moco de pavo y situarlo en medio de los páramos y tierras castellanas no supone ningún atentado ecológico. Eso sí, ¿dónde están los ecologistas oponiéndose a la energía nuclear? ¿Por qué no piden que que vendamos nuestros residuos a otro país? Parece que su lucha no es contra la energía nuclear sino contra las centrales. Los residuos bienvenidos sean. Pues vaya.

Socialistas "atentando" contra la política social

Jamás se vio un Gobierno al que las pensiones le trajera tanto por la calle de la amargura como le sucede al Ejecutivo de Zapatero. Lejos de utilizar las pensiones como arma electoral para captar unos miles de votos más, están haciendo encaje de bolillos para llegar a fin de año. Ya que no se les va a poder aumentar la pensión, por lo menos lograr dársela íntegra.

A tenor del esperpento vivido los últimos días no parece que eso pueda ser una tarea fácil. Decía el ministro Corbacho que la seguridad social tiene una salud de hierro en un intento de calmar los temores de media España. Sin embargo, los hechos nos demuestran que el resfriado es muy serio.

Descartada la posibilidad de retrasar la jubilación hasta los 67 años -el Pueblo español no parece por la labor de trabajar un par de años más- la nueva vuelta de tuerca consistió en aumentar el mínimo de años necesarios de cotización de 15 a 25, de modo que pudieran quitarse de un plumazo miles de pensiones y coger un poco de aire. Sé que suena todo lo contrario a una medida social, pero estos son los principios del PSOE. Primero ellos y luego ya se verá.

El Pueblo español tampoco reaccionó nada bien y en Moncloa se tiran de los pelos por encontrar la solución. Pero la solución es evidente: empleo. Sin empleo no hay cotizantes y es por ahí por donde se desangra nuestro sistema de pensiones. Necesitan aceptarlo, por doloroso que sea -aunque más doloroso es para los cuatro millones de desempleados- y actuar desde la raíz del problema, no buscando más parches.

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